sábado, 28 de abril de 2012
Manicomio. Un poema de Muñecas recortables.
MANICOMIO
La carretera nacional antiguamente
bordeaba el manicomio:
Un edificio gris
con una torre al lado
en forma de pirámide.
En mi asombro infantil imaginaba
-aunque nunca lo vi-
que los internos,
observados de cerca por sus médicos,
eran instados a trepar
para medir
su grado de locura
según el punto de altitud
que hubieran alcanzado.
Hoy hay una autovía
que circunvala el horror,
y el edificio
-transformado en psiquiátrico-
queda muy lejos de nuestras miradas.
Ya no hay locos tampoco.
Sólo estamos
quienes sufrimos trastornos psicológicos,
dormimos cada noche en nuestra cama,
soñamos
con trepar
a lo más alto
de la más alta torre
y quedarnos allí,
en el lugar exacto
donde el descenso resulte ya imposible.
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