miércoles, 30 de enero de 2013

Un poema de Vicente Muñoz

OLVIDAR LAS OSCURAS GOLONDRINAS

Ser poeta en la calle
en el metro
en el supermercado
olvidar las oscuras golondrinas
llamar a las cosas por su nombre
y dirigirse al pueblo
impedir que la poesía
se convierta en algo inútil
cargarla de pólvora
y apuntar certero al blanco

evitar que te alcance
la explosión.

VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ


sábado, 26 de enero de 2013

Heridas, un poema de Peces transparentes.

HERIDAS

Ya sabes,
no es sencillo
caminar todo el día con las heridas puestas.

Donde acaba el dolor
-si es que termina-
nace el cansancio de arrastrar las cicatrices
a la vista de todos.

Pero no aceptes nunca
la ofrenda fraudulenta
de aliviarte del peso
que te harán muchas veces.

Nadie quiere cargarse con heridas extrañas.

Guárdalas en bolsillos,
tápalas con sonrisas
o exhíbelas, si las piernas te respaldan,
con sus muescas
y con sus desniveles.
Sin esconder ni un solo palmo de fracaso.

Ya lo sé, es complicado
moverse por el mundo con las heridas puestas.

Aún así, 
no te las quieras despegar  como si fueran
una calcomanía.

Algún día, te pasarás la mano por la piel
y no sabrás distinguir lo que está liso 
de lo que está mordido.

JULIA CONEJO




miércoles, 23 de enero de 2013

Un poema de Francisca Aguirre

FRONTERA

Yo, que llegué a la vida demasiado pronto,
que fui-que soy-la que se anticipó,
la que acudió a la cita antes de tiempo
y tuvo que esperar en la consigna
viendo pasar el equipaje de la vida
desde el banco neutral de la deshora.

Yo, que nací en el treinta, cuando es cierto
-como todos sabéis-que nunca debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo antes,
tener un poco de paciencia y tino
y no ingresar en este tiempo loco
que cobra su alquiler en monedas de espanto.

Yo, que vengo pagando mi imprudencia,
que le debo a mi prisa mi miseria,
que hube de trocear mi corazón en mil pedazos
para pagar mi puesto en el desierto,
yo, sabedlo, llegué tarde una vez a la frontera.

Yo, que tanto me había anticipado,
no supe anticiparme un poco más
(al fin y al cabo para pagar
en monedas de sangre y de desdicha
qué pueden importar algunos años).
Yo, que no supe nacer en el cuarenta y cinco,
cometí el desafuero, oídlo,
de llegar tarde a la frontera.

Llegué con los ojos cegados de la infancia
y el corazón en blanco, sin historia.

Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.

Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí-quizá lo vi-
Pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.
Don Antonio era viejo
Y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)

FRANCISCA AGUIRRE


lunes, 14 de enero de 2013

Un poema de "Mano invisible", último libro de Adam Zagajewski

CASA FAMILIAR

Vienes aquí como un extraño,
pero esta es tu casa familiar.
Los groselleros, los manzanos y los cerezos no te
 reconocen.
Un árbol magnánimo prepara con tranquilidad
un nuevo lanzamiento de nueces,
y el sol, como un estudiante de primero nervioso
está ocupado en colorear atentamente las sombras.
El comedor imita la cripta de un sepulcro,
aquí ya no hay ningún eco conocido,
las antiguas conversaciones no han perdurado.
Allí, donde seguramente se concibió
tu vida, tartamudea un televisor ajeno.
Y en el sótano se encuentra el almacén de la oscuridad,
desde que te fuiste todas las noches
se han apiñado como el estambre de un viejo jersey
en el que anidan gatos salvajes.
Vienes aquí como un extraño
pero esta es tu casa familiar.

ADAM ZAGAJEWSKI


viernes, 11 de enero de 2013

Pato, de Blas de Otero

PATO

Quién fuera pato
para nadar, nadar por todo el mundo,
pato para viajar sin pasaporte
y repasar, pasar, pasar fronteras,
como quien pasa el rato.
Pato.
Patito vagabundo.
Plata del norte.
Oro del sur. Patito danzaderas.

Permitidme, Dios mío, que sea pato
¿Para qué tanto lío,
tanto papel,
ni tanta pamplina?
Pato.

Mira, como aquél
que va por el río
tocando la bocina…

BLAS DE OTERO


jueves, 3 de enero de 2013

Un poema de Paul Auster

FRAGMENTO DESDE EL FRÍO

Porque nos volvemos ciegos
en el día que nace con nosotros,
y porque hemos visto a nuestro aliento
nublar
el espejo del aire,
el ojo del aire no se abrirá
sino en la palabra
hecha renuncia: el invierno
habrá sido un lugar
de madurez.

Nosotros, convertidos en los muertos
de otra vida que la nuestra.

PAUL AUSTER