jueves, 25 de septiembre de 2014

Estado de hibernación, un poema de peces transparentes

ESTADO DE HIBERNACIÓN



Ya no sé por qué sigue mi sed escayolada.



Por qué sigue hibernando mi conciencia

en este estercolero de palabras

en el que me revuelco.



Hay otras soledades

que abrevan en la mía.



Manos que se sostienen

con un dolor más largo que tu ausencia.



Hay servidumbres aplastando otras almas

con una virulencia semejante al granizo

cuando revienta cosechas de amapolas.



Hay alfileres clavadas en todas las pupilas que me miran.



Y yo mido el desconsuelo por pulgadas.



Y sé que más allá de mis cadenas

están los que no miden

porque ya han aceptado

que la línea enredada de sus penas



tiende -como la mía- al infinito.


JULIA CONEJO






miércoles, 17 de septiembre de 2014

Un poema de Luis Cernuda

RAZÓN DE LÁGRIMAS

La noche por ser triste carece de fronteras.
Su sombra en rebelión como la espuma,
rompe los muros débiles
avergonzados de blancura;
noche que no puede ser otra cosa sino noche.

Acaso los amantes acuchillan estrellas,
acaso la aventura apague una tristeza.
Mas tú, noche, impulsada por deseos
hasta la palidez del agua,
aguardas siempre en pie quién sabe a cuáles ruiseñores.

Más allá se estremecen los abismos
poblados de serpientes entre pluma,
cabecera de enfermos
no mirando otra cosa que la noche
mientras cierran el aire entre los labios.

La noche, la noche deslumbrante,
que junto a las esquinas retuerce sus caderas,
aguardando, quién sabe,
como yo, como todos.

LUIS CERNUDA


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un poema de César Vallejo

CONSIDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE...

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...

le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

CÉSAR VALLEJO