domingo, 22 de noviembre de 2015

Un poema de Carlos Oroza

AMÉRICA

Me he despertado en este trozo oscuro y estoy inmerso en esta oscuridad
Y es más inmensa aun la noche inmensa y casi muerta la noche arrastro con su voz tremando

Por eso cuando ibas por la carretera y te desviaste hacia el mar
Y me contaste que habías visto salir de debajo de las aguas brazos.
Brazos trepando Trepando hacia la arena
Comprendí que eran seres Miles de seres que el mar había rescatado.
Miles de años de seres de América escapada

América estaba al lado del mar tratando de subir por una inmensa cuesta blanca arriba
De arena blanca hasta llegar al blanco fronterizo con la carretera

Era toda América crucificada a la orilla Toda la América insalvada y fija.
Brazos saliendo del mar crucificados avanzando brazos pájaros sin cabeza
Brazos voces sumisas en la orilla

Y Poe estaba americando Y Poe llevaba un bicho que había salido por su boca
Y era Poe Poe Poe
Poe haciendo ruidos con el agua
Poe besando por el alma de la playa

Y toda aquella gente que venía suspendida por la carretera
No se daba cuenta de nada porque no tenían la costumbre de mirar la oscuridad
Ni en sus ojos estaban habituados a la noche
Eran los ojos oriundos los ojos de una infinita estepa sedienta y soleada

Y fue horrible enfrentarse con "aquello". Enfrentarse con la carretera y bajar al mar.

América estaba crucificada a la orilla. Toda la América hundida. La América errante
Y los brazos se alzaban Se alzaban y se hundían
se hundían y se alzaban
Se alzaban gateando hasta llegar al blanco fronterizo entre la carretera y el mar
Era América crucificada América hundida que trataba de llegar a la carretera.

Aquella noche en la playa cruzaste. Tocaste aquellas manos
Y las manos se soliviantaron. Empezaron a levantarse y a rechazarte
Empezaron a golpear en el mar a sublevar las olas
A devolver al aire al cielo al techo la lluvia que había secado
Y tú has tocado Has dado con las manos en el aire
Has dado con las manos en el agua y estás golpeando
Golpeando de nuevo en el agua

Y Poe estaba americando. Y Poe llevaba un bicho que había salido por su boca
Poe haciendo ruidos con el agua
Poe besando por el alma de la playa.

Y América ya no recibía calor. América estaba crucificada
Y no había conseguido avanzar ni un milímetro tan solo.

Penetraste aún más. Llegaste al pie del agua te transformaste
Y querías atraer las cosas. Atraerlas a la carretera y llevarlas a la noche inmensa y seca
Y había miles y miles de kilómetros y ellos estaban estancados
Estaban estampados por la espalda y por el pecho
Estaban estampados en la arena y contra el agua.

Y Poe estaba americando. Y Poe llevaba un bicho que había salido por su boca.

Y era Poe Poe Poe
Poe haciendo ruidos con el agua
Poe besando por el alma de la playa.

Y América estaba crucificada a la orilla
Y no había conseguido avanzar ni un milímetro tan solo
Desesperadamente de amaramer mi alma se multiplicaba
Y se engendraba buscando canales para salvarse
Y no podía ser. Tropezaba contra la carretera y no podía avanzar
Y volvía formando círculos a incrustarse en los dedos de América.

Y Poe estaba americando. Y Poe llevaba un bicho que había salido por su boca
Y era Poe Poe Poe
Poe haciendo ruidos en el agua
Poe besando por el alma de la playa.

CARLOS OROZA


martes, 10 de noviembre de 2015

Lectora en el metro, un poema de El bolso de Mary poppins



LECTORA EN EL METRO



A las siete menos diez de la mañana
el vagón todavía no está lleno.

Casi siempre encuentras libre
un rincón alejado de la puerta
donde nadie te observa.

Mucha gente, a esas horas,
lee el periódico
o dormita recostada
sobre su propia rutina amarillenta.

En cuanto arranca el tren, abres el libro
y enseguida te asoman a los ojos
una bandada feliz de alcarabanes.
Cada vez que das vuelta en una página,
tus dedos reconocen
el tacto de la Ceiba y el Marfil Vegetal
y se demoran en el recorrido.

El trayecto dura 23 minutos.

Cuando cierras el libro
el color de tu rostro se transforma.
Te mimetizas, como los camaleones,
en un gris desvaído,
muy semejante al tono de los suelos
que tienes que limpiar.

Sólo retorna el rojo a tus mejillas,
y el azul, y el naranja,
y todos los colores de tu tierra,
a la hora del regreso,
otra vez con el libro entre las manos.

Confías en que nadie te pregunte
porque viajas con el mismo libro siempre.

No quieres explicar que son sus hojas,
el olor de sus páginas,
las que te llevan cada día por un rato
a los manglares en los que creciste.

Y no quieres que nadie se dé cuenta,
sobre todo,
de que nunca te enseñaron a leer.

JULIA CONEJO ALONSO





martes, 3 de noviembre de 2015

Un poema de Carmen Busmayor

MINEROS

Caminan mientras conversan moldeados
por litros de frío insalvable.
Tienen los brazos, pies, rostro, mirada circular
de la helada. Mas amparados en el cigarro
disculpan la anatomía invernal.
      Disculpan, atravesados por la contemplación resistente
         del muérdago
             enredado en húmedos robles.
Yo no tuve otras raíces que éstas.
Quizá por eso ahora cumplo a todas horas
con el ritual de los árboles y los caballos percherones.
Iluminados por candiles de carburo los lavaderos públicos.
En camino la bicicleta y el busín.
No lo sé.
             Aguardo. Aguardo
                 entre un revuelo de mirlos, arrendajos y pinzones.

Sumergido en el sueño alguien escribe sobre las vértebras del agua.
                Precoz en el esfuerzo.
                La cortina azul del cielo se descorre.

CARMEN BUSMAYOR


viernes, 25 de septiembre de 2015

Un poema de Felipe J. Piñeiro

UNO SOLO

Y a cada verso
una rasgadura en mi piel

hasta llegar a la carne
y después

al hueso,

y en el vicio del más
continué arañando,

sin sangre

el verso se hizo cuerpo,

la herida sentimiento
y el poema,

yo.

FELIPE J. PIÑEIRO


martes, 15 de septiembre de 2015

Un poema de Angelina Gatell

IMAGEN

Me miro en el espejo, me escudriño
en esa imagen confusa que ante mí comparece
solicitada aún por la memoria.

Pero ya nada en ella es como fue.
El tiempo
ha ido trabajando sobre su piel el frío,
la extinción de la luz, la afrenta
inopinada de los días.

Por sus manos gastadas cruzan
prominentes arroyos por donde va la sangre
en busca de la muerte.
                                   En sus ojos
persisten las imágenes
que habitaron el llanto de dos siglos,
las guerras, el derrumbe de los sueños,
el nunca ya posible claror de lo olvidado.

Y sin embargo, cuánta vida
queda detrás, fluyendo hacia el mañana,
atestiguando que ella también estuvo aquí
y a fuerza de dolor fue construyendo
su pálida figura, todavía
                laboriosamente absorta ante los vientos.

ANGELINA GATELL


miércoles, 17 de junio de 2015

Un poema de "El bolso de Mary Poppins"

NOCHE DE SAN LORENZO

Tres mujeres mayores
y dos niños
salen a buscar luciérnagas
la noche de San Lorenzo.

Las mujeres se van contando historias
de noches como esta,
cuando sus vidas eran un hervidero
de gente que ya no está
y proyectos que nunca fueron.

Los niños hacen preguntas,
gastan bromas, corren
y comienzan a cantar una canción
popular
que las mujeres también conocen.
Un instante después,
los cinco están cantando.

Ni una sola luciérnaga se asoma,
pero, a cambio,
la oscuridad les regala
un repertorio de estrellas inaudito.

Cantan todos
y el mundo vuelve a ser,
durante un rato,
ese lugar placentero y confortable
del que tanto se acuerdan.

JULIA CONEJO





viernes, 12 de junio de 2015

Un poema de Laura Casielles

RABAT (IV)
LA VISITA

Yo no soy de aquí:
nada podría ofrecerte.

Esta casa no es mía,
no conozco este idioma,
los amigos con quienes cuento
también tendrán que irse.

Las tradiciones me son ajenas y no sé cómo explicarte
que no sé mejor que tú lo que quieren decirnos.

No tengo mapa con el que auxiliar este desconcierto son traducción,
este desamparo de tribu perdida,
este vagar mientras se acerca la tormenta.

Yo no soy de aquí:
nada podría ofrecerte.

Apenas este balcón para mirar juntos
cómo cae la tarde y ya termina
el tiempo del ayuno.

LAURA CASIELLES




miércoles, 27 de mayo de 2015

Un poema de Jesús Lizano

LA BELLEZA

¿Y si os dijera que la belleza
se encuentra en todas las cosas,
que ilumina todos los mundos,
que alienta todos los cambios,
que se deshace y recupera
sus formas, sus alianzas,
que se funde y solidifica,
se extiende y se recoge,
se esconde y se manifiesta,
baila en una partícula,
se pasea en un astro,
despierta en todas las voces?
¿Y si os dijera
que no está en la imagen sino en el impulso,
en la atracción que nos envuelve,
que la belleza
está naciendo continuamente,
que basta diluirse en ella
para olvidarse de nuestra finitud,
de nuestra esencia escindida,
confusa, turbulenta?
¿Y si os dijera
que la fuerais llamando,
que abrierais las ventanas de los sueños y de las cosas?
Qué cosa no fue antes un sueño
y qué sueño existiría
si no existiera la belleza.
Ella la que sufre,
la que grita, la que proclama
la libertad de las cosas,
la libertad de los sueños,
atraviesa los ojos,
atraviesa las manos,
se confunde con las lágrimas,
emerge de todos los movimientos,
engendra nuestros deseos.
¿Y si os dijera que el universo
sólo es el mensajero de la belleza?
¿Y si os dijera
que morir es diluirse en la belleza,
transformarse en mundo,
que el mundo sólo es belleza transformándose,
que vivir es transformarse en belleza?
¡Habría conquistado la inocencia!

JESÚS LIZANO


lunes, 11 de mayo de 2015

Un poema de "El ruido de la savia" de Pedro A. González Moreno

CONSTRUIR

Atento siempre a la plomada,
al afán vertical de los ladrillos
y a la canción opaca del cemento, mi padre
me decía a menudo
y siempre muy despacio, como si masticara
arena en las palabras,
que era preciso construir,
alzar paredes, techos contra el frío,
sólidos muros y altos cielorrasos
contra tanta intemperie.

Y mientras se elevaban los tabiques
a veces me explicaba que una casa
era igual que la vida.
Hacían falta para construirla
manos muy recias pero al mismo tiempo
tiernas, casi de pan, como las suyas.
Era preciso levantar andamios
con esa misma lentitud del árbol
que construye su sombra desde las raíces
y eleva desde allí, cada día más alto,
el temblor de sus ramas.
Con lentitud de savia minuciosa,
lo mismo que quien sabe
que es en el aire donde se edifican
los cimientos del vuelo.

PEDRO A. GONZÁLEZ MORENO


jueves, 30 de abril de 2015

Dos poemas de Ape Rotoma

RENGLONES CORTITOS

Mira, Luna,
un buen poema
debe decir
muchas cosas
en reglones muy cortitos
y además debe
dejar espacio en la página
suficiente
y aun de sobra
para todas esas cosas
que no dice.

***

HAIKU DE NOVIEMBRE

La niebla cubre
Aranda por completo.
Estoy a salvo.


APE ROTOMA


miércoles, 22 de abril de 2015

Dos poemas de "Haz lo que te digo", de Miriam Reyes

Las preposiciones no siempre se ajustan
deberían tener gomas en las esquinas
como las sábanas bajeras
para aguantar en su sitio
las convulsiones de un cuerpo.
Cuando dices que piensas en mí no piensas en mí
piensas acerca de mí pero desde lejos.

***

Hay ceniza por todas partes:
en las sábanas
en mi ropa
por el suelo.

Mancha el humo
lo que la ceniza no alcanza.

Arden y arden los papeles que jugamos
dispuestos a pagar lo que sea
por conservar este calor.

MIRIAM REYES


viernes, 17 de abril de 2015

Algunos poemas lisiados de Jorge Riechmann

Huesos
de poema
para acompañar a vidas
en añicos

***

Aprender
de los estorninos
la alegría de volar juntos

***

Leer el poema
como si uno no estuviera ahí

pronunciar una conferencia
como si uno no estuviera ahí

participar en la asamblea
como si uno no estuviera ahí

estar ahí
como si uno no estuviera ahí

***

Niña de doce años
contemplando gorriones:
te amo ayer

Anciana absorta
en la luz y en la nube:
te amo mañana

Tus delgadas muñecas
¿aún podré acariciarlas
mi último día?

JORGE RIECHMANN



martes, 14 de abril de 2015

Un relato de Eduardo Galeano

LA FUNCIÓN DEL ARTE

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.

Viajaron al sur.

Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:

— ¡Ayúdame a mirar!

EDUARDO GALEANO


domingo, 12 de abril de 2015

Un poema de Mila Ramos

MAÑANA

si mañana amanece y tú no estás conmigo
y el espejo me arroja de golpe las ojeras
si entre el desorden de las sábanas
encuentro tu pendiente atado a un par de lágrimas
si persigo la ciudad de los sueños
que te trajo para después perderte
si el teléfono/la puerta/ la ventana
me sorprenden haciendo las maletas
si llegó ya en fin la hora del acero y la partida
dispara 100 palabras
no te cortes
prueba y verás

decir adiós es fácil
decir en general suele ser fácil

y callar también.

MILA RAMOS


miércoles, 8 de abril de 2015

Un poema de Carmen Plaza

TELA QUE CORTAR

Para coser el mundo
fue necesario un gran diseñador,
útiles apropiados
y alguien a quien clavar
suavemente la aguja.

Se remató la obra en siete días
ajustando medidas y colores,
pasiones de entes vivos,
seres livianos volando cual pavesas
después de un gran incendio,
criaturas transmutadas del polvo,
sintiendo en cada fibra
la emoción del estreno.

A última hora, el alma entronizada
en su pequeño altar de barro.

¿Quién tuvo tanta prisa?
Las enormes puntadas
dejaron escapar la espuma de las olas,
la saliva del tiempo que encogió los retales
y dejó al descubierto
la delicada tela que se deja cortar.

CARMEN PLAZA


martes, 31 de marzo de 2015

Un poema de Tomas Tranströmer

MUCHOS PASOS

Los iconos fueron puestos en tierra con el rostro hacia arriba
y la tierra fue pisada
por ruedas y zapatos, por mil pasos,
por diez mil pesadas pisadas de escépticos.

En el sueño bajé a una pileta fosforescente, subterránea,
una misa efervescente.
¡Qué deseo fuerte! ¡Qué esperanza idiota!
Y sobre mí la pisada de millones de escépticos.

TOMAS TRANSTRÖMER


sábado, 21 de marzo de 2015

Poesía contenida, un poema de ¿Para qué sirve el frío?



POESÍA CONTENIDA


Ya me contienen los huesos,
la educación que me han dado.


Me contienen gruesos diques
de sensatez,
adquirida por fascículos
en un curso
que vendieron en el último septiembre.

Me contiene la cordura
de los días de diario,
aunque sea de una forma tan precaria,
enredada entre el cabello,
siempre a punto de caer.

Me contienen tus ojos
sólo con que se mantengan secos
al ver como se hunde otra esperanza
en el mar de los míos.

Cuando escribo
no quiero contenciones
ni distancias.

Quiero lanzarte palabras
hasta que caigas
herido, o muerto –si es el caso-
Lapidado hasta las cejas
de verdades como puños.

JULIA CONEJO



viernes, 20 de febrero de 2015

Un poema de "Dos puntos" de Wislawa Szymborska

PERSPECTIVA

Se cruzaron como dos desconocidos,
sin gestos ni palabras,
ella de camino a la tienda
él de camino al coche.

Quizá entre la consternación,
o el desconcierto,
o la inadvertencia,
de que por un breve instante
se amaron para siempre.

No hay sin embargo garantía
de que fueran ellos.
Quizá de lejos sí,
pero de cerca en absoluto.

Los vi desde la ventana,
y quien mira desde arriba
se equivoca con mayor facilidad.

Ella desapareció tras una puerta de cristal,
él subió al coche
y arrancó rápidamente.
Así que no pasó nada
ni siquiera si pasó.

Y yo sólo por un momento
segura de lo que vi,
intento ahora en un poema casual
convenceros a Vosotros Lectores
de que aquello fue triste.

WISLAWA SZYMBORSKA


jueves, 12 de febrero de 2015

Un poema de "Zapatos de cristal" de Ana Isabel Conejo

TU SILENCIO

Tu silencio es tan rojo como el antro de sangre en el que
habitas.
Vives dentro de mí un existir callado
que se anuncia tan solo a través de la danza
de tus brazos y piernas diminutos
contra mi vientre, que es
tu límite.
Tanteas.
Exploras ciego dentro de mi cuerpo
un universo.
Luego verás que no es tan diferente
existir en la luz: la misma búsqueda
de la piel y la sangre
contra algún muro blando e invisible,
y la misma sospecha
de que el silencio oculta
un latido gigante
de pájaros y océanos.

ANA ISABEL CONEJO


martes, 10 de febrero de 2015

Un poema de Santos Domínguez

PERSISTENCIA DEL HUMO

Vuelvo a quedarme a solas con lo que ya se ha ido
(Caballero Bonald)


Como en esos billetes de un tren que ya no existe
el azar nos devuelve
el esplendor dorado de otras tardes
para herirnos de pronto
en las páginas viejas de un libro.

Igual que esos billetes que no tienen sentido,
porque el tiempo ha borrado la tinta fragilísima
que un día fijó el apremio preciso de la hora
y su minuto exacto,
también el tiempo borra
tras el humo picante de esos trenes
no sólo los paisajes donde fuimos felices,
difumina la urgencia absurda del trayecto,
caduca en el desvelo de todo lo que muere:
un volcán o una isla,
la tapia de un jardín con madreselvas,
el contorno del tiempo que va desdibujando
la niebla de la tarde,
una niebla de barco remoto en el infierno.

Con el humo se aleja
el módico contorno de esas tarde,
su secreta razón, su indiferencia
lívida y destemplada,
como un amanecer en los suburbios
de la ciudad oscura y sus días laborables.

Somos nuestra memoria en un paisaje
contra un fondo de torres. Eso somos nosotros.
Somos los que se están yendo
y los que ya se han ido.
Y somos más aún: somos lo que olvidamos.

Y ahora sólo nos queda
un estertor de trenes por túneles oscuros
y ya sólo persiste su voluntad de herirnos.

SANTOS DOMÍNGUEZ


martes, 3 de febrero de 2015

Un poema de " La sexta cuerda" de Manuel García

                       Los juguetes del niño que ya es hombre,
                                                       ¿a dónde fueron, di?
                                                      Cernuda


Hay penas tan tremendas que no pueden
echarse en el olvido.

Y vivimos sabiéndolas en cada
palabra, en cada gesto. Así tu muerte
permanece en el agua que me bebo
o el aire que respiro.

Nuestras primeras ilusiones duermen
junto a nuestros juguetes, en trasteros
remotos, y no queda
después de tanto incendio fuego antiguo.

No hay desván que nos guarde lo jugado.

Pero hay dolores que llevamos siempre
como el pan cotidiano que comemos
o la sombra dejada en el camino.

MANUEL GARCÍA




viernes, 30 de enero de 2015

Un poema de Francisco Caro

CUANDO A MI MANO VUELVE

Ahora
que ha pasado el intento
de la ira que vive en el pronombre

cuando la luz no duele
y en los cercanos campos
comienza en el color de los centenos
a manar la figura de la noche

cuando a mi mano vuelve
el áspid negro
de la caligrafía

suelo en ella
cegar, volver al sílex,
al hambre cuneiforme
que tuviera mi infancia

cuando era, o me pensaba,
todo yo, solo, yo
sin partes, uno

ajenos todavía de mi cuerpo
el azar imprevisto del análisis,
el aroma y el yugo de la equivocación

cuando era luz silvestre,
prima.

FRANCISCO CARO




lunes, 26 de enero de 2015

Un poema de Alfonso Pascal Ros

POETA DE PROVINCIAS CON PAISAJE DE CONSTABLE AL FONDO SIGUE LAS INSTRUCCIONES DE UN MANUAL DEL BUEN POETA

Mira que no hay manera, Pedro,
de entusiasmarme con amaneceres,
puedes testificarlo, hijo,
que llevo una semana como liebre
saltando de la cama hacia las cuatro
armado con el lápiz y el cuaderno,
llegar de noche al campo y esperar
que salga el sol. Hasta he probado
sentarme junto a un río como dicen
con rumor de fontanas, escuchar
el canto de los pájaros,
mover los cangilones,
desnudarme y tumbarme boca arriba
para entrar en contacto con la tierra,
ver pasar las ovejas por el fondo
soñando mientras tanto en amoríos,
en tu madre también, que no hay manera
de entrar en comunión con el paisaje.
he probado a cambiarme de cuaderno
y de marca de lápiz, la tonsura,
a recoger frambuesas, nomeolvides,
contar versos de once con los dedos,
recitar poesía pastoril
mientras escucho a Mozart
y las Cuatro Estaciones de Vivaldi,
doblarme en las posturas y ejercicios
de las respiraciones básicas,
el loto y las flexiones espinales.
Desisto, hijo, lo dejo, ser poeta
se escapa de mi alcance. No he ganado
más que para pinchazos, pulmonías
y para que tu madre
me espere en el salón más que enfadada,
que a ver qué explicación y que a estas horas,
y padre de familia, tú de dónde,
con la ropa empapada y sin zapatos,
qué ejemplo tú para tus hijos,
abierta la bragueta, oliendo a flores.

ALFONSO PASCAL ROS



miércoles, 21 de enero de 2015

Dos poemas de la antología "En legítima defensa"

ASAMBLEA

Queridos compañeros carpinteros y ebanistas,
les traigo el saludo solidario de los metafísicos.
También para nosotros la situación se ha hecho insostenible,
los afiliados se niegan a seguir pagando cuotas.
A partir de este momento la lírica no existe,
con el permiso de ustedes la poesía
ha decidido dar por terminadas sus funciones este invierno.
No lo tomen a mal,
pero aún quisiéramos pedirles una cosa,
mis viejos camaradas amigos de los árboles
acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional.

JUAN CARLOS MESTRE




CÓMO GANAR UNA GUERRA PERDIDA

Uno. Excavar trincheras
con palas, lápices y saxofones.
De las grietas, hacer cicatrices hondas.

Dos. No llevar uniformes.
Cada cual adoptará el disfraz
que menos le ofenda.

Tres. No distinguir noche y día.
Permitir la soledad a quien la elija.
Adoptar perros y recién llegados.

Cuatro. Celebrar una fiesta
por cada trinchera. Llegará el enemigo
y no entenderá nuestro lenguaje.

Les será imposible la conquista:
ellos no aman a los perros mestizos
ni arrancan orgasmos a las palabras.
Perderemos la guerra de las mayúsculas
pero la vida está de nuestra parte:
lloramos y celebramos la brizna.

ANA PÉREZ CAÑAMARES




lunes, 19 de enero de 2015

Un poema de Rubén tejerina

LA PLAYA ENVEJECE

¿Cómo amar lo que se balancea
y está más tiempo en la otra parte del vaivén,
allí, donde no llegan las manos?

Eres inquieta
como una cuerda deshilachada al viento,
grulla nacida de una papiroflexia amable,
te mueves sin parar en el sillón y pareces muchas,
y todas me gustan,
hasta las que escondes.

Preguntas por mi horóscopo,
abandonas tus manos
lejos de las mías
como náufragos,
desconfías, huyes,
retrocediendo armada de una prudencia innecesaria,
te alejas con todos los verbos,
me dejas en un columpio absurdo
de los que uno empuja con los pies
cuando no hay amigos.
Perdido, mutilado en el abandono,
como los objetos que devuelve el mar
que nunca ha querido.

Dijiste no
antes de saber mi pregunta,
antes de que la pregunta existiese,
antes de que el aire de mi boca pareciese una pregunta.

Me bebiste como gota última
siendo la primera,
sin la paciencia de las nubes
para ver las cosas que tienen una vida pequeña.

Pensaste amarga
la mermelada de nuestros días,
te nació una pereza enferma
entre los dedos.

Y mirabas hacia atrás,
o yo creía que lo hacías,
comprobando que me habías dejado atado a todos los árboles
en un mapa sin apellidos,
espantapájaros en una llanura helada,
como humo sin fuego al que deberse,
la máscara en el baúl sin mueca de alegría.

Te volvías,
comprobando que no te olvidabas nada importante,
como los aviadores dejan caer la vista
hacia paisajes muertos,
olvidados,
en los que nunca
piensan aterrizar.

Existe una playa que envejece
porque le prometí tu primavera
y las estaciones de tus muslos.

Ahora rondas por las afueras de mi vida,
y yo cargo con la culpa de no saberte,
has sido una mezcla de flechazo al corazón
y tiro en la nuca,
te sueño más que te convoco,
te adivino más que te disfruto,
no me queda ni el refugio escondido
detrás de tus párpados sin fe.

La verdad es que, si lo pienso,
quererte no es algo
que tenga que ver
mucho contigo.

RUBÉN TEJERINA




jueves, 15 de enero de 2015

Un poema de "Cerca de la herida", de Rafael Escobar

LAS RAÍCES DEL CIELO

Llevamos plantadas
como una niñez interminable a voz en grito,
las raíces del cielo,
como una simiente del dolor de lo imposible,
un delirio tenaz de altura
que consume la primavera del tiempo en un combate
por las quimeras ávidas del corazón,
el deseo ambiciona alzarse a su cima
y así niega con desprecio cuanto somos,
la mentira, el peso turbio de nuestros cuerpos
como una carcasa de muros con rejas
que empaña con rastros de ceniza
la inocencia del empeño en ascender,
no existe apelación firme a la cordura,
palabra ni conjuro para acallar
esta fiebre de ser el otro que nos puja dentro,
esta perpetua maldición que nos susurra
que la vida no es cuanto se ofrece limpio a nuestros ojos
sino ese salmo de la plenitud que no nos nombra
y clausura su eternidad dentro del sueño.

RAFAEL ESCOBAR


lunes, 12 de enero de 2015

Un poema de Miguel Martínez López

BUSCA Y CAPTURA

Pasaban coches de policía
cientos,
pasaban perros y lobos y el ejército pasaba
Te buscaban para prenderte
para que no aparecieras siempre por sorpresa
para fusilarte con bombas de racimo y amapolas
Para amordazarte allí
Para inmovilizarte te buscaban
el servicio secreto
las oscuras golondrinas
y toda la prensa internacional
te buscaban para mí.

Hubiera sido mejor no encontrarte
despreocupada y lisa
silbando
bajo la luna redonda de diciembre
por las calles más oscuras
de mi maldita cabeza.

MIGUEL MARTÍNEZ LÓPEZ