viernes, 30 de enero de 2015

Un poema de Francisco Caro

CUANDO A MI MANO VUELVE

Ahora
que ha pasado el intento
de la ira que vive en el pronombre

cuando la luz no duele
y en los cercanos campos
comienza en el color de los centenos
a manar la figura de la noche

cuando a mi mano vuelve
el áspid negro
de la caligrafía

suelo en ella
cegar, volver al sílex,
al hambre cuneiforme
que tuviera mi infancia

cuando era, o me pensaba,
todo yo, solo, yo
sin partes, uno

ajenos todavía de mi cuerpo
el azar imprevisto del análisis,
el aroma y el yugo de la equivocación

cuando era luz silvestre,
prima.

FRANCISCO CARO




lunes, 26 de enero de 2015

Un poema de Alfonso Pascal Ros

POETA DE PROVINCIAS CON PAISAJE DE CONSTABLE AL FONDO SIGUE LAS INSTRUCCIONES DE UN MANUAL DEL BUEN POETA

Mira que no hay manera, Pedro,
de entusiasmarme con amaneceres,
puedes testificarlo, hijo,
que llevo una semana como liebre
saltando de la cama hacia las cuatro
armado con el lápiz y el cuaderno,
llegar de noche al campo y esperar
que salga el sol. Hasta he probado
sentarme junto a un río como dicen
con rumor de fontanas, escuchar
el canto de los pájaros,
mover los cangilones,
desnudarme y tumbarme boca arriba
para entrar en contacto con la tierra,
ver pasar las ovejas por el fondo
soñando mientras tanto en amoríos,
en tu madre también, que no hay manera
de entrar en comunión con el paisaje.
he probado a cambiarme de cuaderno
y de marca de lápiz, la tonsura,
a recoger frambuesas, nomeolvides,
contar versos de once con los dedos,
recitar poesía pastoril
mientras escucho a Mozart
y las Cuatro Estaciones de Vivaldi,
doblarme en las posturas y ejercicios
de las respiraciones básicas,
el loto y las flexiones espinales.
Desisto, hijo, lo dejo, ser poeta
se escapa de mi alcance. No he ganado
más que para pinchazos, pulmonías
y para que tu madre
me espere en el salón más que enfadada,
que a ver qué explicación y que a estas horas,
y padre de familia, tú de dónde,
con la ropa empapada y sin zapatos,
qué ejemplo tú para tus hijos,
abierta la bragueta, oliendo a flores.

ALFONSO PASCAL ROS



miércoles, 21 de enero de 2015

Dos poemas de la antología "En legítima defensa"

ASAMBLEA

Queridos compañeros carpinteros y ebanistas,
les traigo el saludo solidario de los metafísicos.
También para nosotros la situación se ha hecho insostenible,
los afiliados se niegan a seguir pagando cuotas.
A partir de este momento la lírica no existe,
con el permiso de ustedes la poesía
ha decidido dar por terminadas sus funciones este invierno.
No lo tomen a mal,
pero aún quisiéramos pedirles una cosa,
mis viejos camaradas amigos de los árboles
acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional.

JUAN CARLOS MESTRE




CÓMO GANAR UNA GUERRA PERDIDA

Uno. Excavar trincheras
con palas, lápices y saxofones.
De las grietas, hacer cicatrices hondas.

Dos. No llevar uniformes.
Cada cual adoptará el disfraz
que menos le ofenda.

Tres. No distinguir noche y día.
Permitir la soledad a quien la elija.
Adoptar perros y recién llegados.

Cuatro. Celebrar una fiesta
por cada trinchera. Llegará el enemigo
y no entenderá nuestro lenguaje.

Les será imposible la conquista:
ellos no aman a los perros mestizos
ni arrancan orgasmos a las palabras.
Perderemos la guerra de las mayúsculas
pero la vida está de nuestra parte:
lloramos y celebramos la brizna.

ANA PÉREZ CAÑAMARES




lunes, 19 de enero de 2015

Un poema de Rubén tejerina

LA PLAYA ENVEJECE

¿Cómo amar lo que se balancea
y está más tiempo en la otra parte del vaivén,
allí, donde no llegan las manos?

Eres inquieta
como una cuerda deshilachada al viento,
grulla nacida de una papiroflexia amable,
te mueves sin parar en el sillón y pareces muchas,
y todas me gustan,
hasta las que escondes.

Preguntas por mi horóscopo,
abandonas tus manos
lejos de las mías
como náufragos,
desconfías, huyes,
retrocediendo armada de una prudencia innecesaria,
te alejas con todos los verbos,
me dejas en un columpio absurdo
de los que uno empuja con los pies
cuando no hay amigos.
Perdido, mutilado en el abandono,
como los objetos que devuelve el mar
que nunca ha querido.

Dijiste no
antes de saber mi pregunta,
antes de que la pregunta existiese,
antes de que el aire de mi boca pareciese una pregunta.

Me bebiste como gota última
siendo la primera,
sin la paciencia de las nubes
para ver las cosas que tienen una vida pequeña.

Pensaste amarga
la mermelada de nuestros días,
te nació una pereza enferma
entre los dedos.

Y mirabas hacia atrás,
o yo creía que lo hacías,
comprobando que me habías dejado atado a todos los árboles
en un mapa sin apellidos,
espantapájaros en una llanura helada,
como humo sin fuego al que deberse,
la máscara en el baúl sin mueca de alegría.

Te volvías,
comprobando que no te olvidabas nada importante,
como los aviadores dejan caer la vista
hacia paisajes muertos,
olvidados,
en los que nunca
piensan aterrizar.

Existe una playa que envejece
porque le prometí tu primavera
y las estaciones de tus muslos.

Ahora rondas por las afueras de mi vida,
y yo cargo con la culpa de no saberte,
has sido una mezcla de flechazo al corazón
y tiro en la nuca,
te sueño más que te convoco,
te adivino más que te disfruto,
no me queda ni el refugio escondido
detrás de tus párpados sin fe.

La verdad es que, si lo pienso,
quererte no es algo
que tenga que ver
mucho contigo.

RUBÉN TEJERINA




jueves, 15 de enero de 2015

Un poema de "Cerca de la herida", de Rafael Escobar

LAS RAÍCES DEL CIELO

Llevamos plantadas
como una niñez interminable a voz en grito,
las raíces del cielo,
como una simiente del dolor de lo imposible,
un delirio tenaz de altura
que consume la primavera del tiempo en un combate
por las quimeras ávidas del corazón,
el deseo ambiciona alzarse a su cima
y así niega con desprecio cuanto somos,
la mentira, el peso turbio de nuestros cuerpos
como una carcasa de muros con rejas
que empaña con rastros de ceniza
la inocencia del empeño en ascender,
no existe apelación firme a la cordura,
palabra ni conjuro para acallar
esta fiebre de ser el otro que nos puja dentro,
esta perpetua maldición que nos susurra
que la vida no es cuanto se ofrece limpio a nuestros ojos
sino ese salmo de la plenitud que no nos nombra
y clausura su eternidad dentro del sueño.

RAFAEL ESCOBAR


lunes, 12 de enero de 2015

Un poema de Miguel Martínez López

BUSCA Y CAPTURA

Pasaban coches de policía
cientos,
pasaban perros y lobos y el ejército pasaba
Te buscaban para prenderte
para que no aparecieras siempre por sorpresa
para fusilarte con bombas de racimo y amapolas
Para amordazarte allí
Para inmovilizarte te buscaban
el servicio secreto
las oscuras golondrinas
y toda la prensa internacional
te buscaban para mí.

Hubiera sido mejor no encontrarte
despreocupada y lisa
silbando
bajo la luna redonda de diciembre
por las calles más oscuras
de mi maldita cabeza.

MIGUEL MARTÍNEZ LÓPEZ