martes, 10 de febrero de 2015

Un poema de Santos Domínguez

PERSISTENCIA DEL HUMO

Vuelvo a quedarme a solas con lo que ya se ha ido
(Caballero Bonald)


Como en esos billetes de un tren que ya no existe
el azar nos devuelve
el esplendor dorado de otras tardes
para herirnos de pronto
en las páginas viejas de un libro.

Igual que esos billetes que no tienen sentido,
porque el tiempo ha borrado la tinta fragilísima
que un día fijó el apremio preciso de la hora
y su minuto exacto,
también el tiempo borra
tras el humo picante de esos trenes
no sólo los paisajes donde fuimos felices,
difumina la urgencia absurda del trayecto,
caduca en el desvelo de todo lo que muere:
un volcán o una isla,
la tapia de un jardín con madreselvas,
el contorno del tiempo que va desdibujando
la niebla de la tarde,
una niebla de barco remoto en el infierno.

Con el humo se aleja
el módico contorno de esas tarde,
su secreta razón, su indiferencia
lívida y destemplada,
como un amanecer en los suburbios
de la ciudad oscura y sus días laborables.

Somos nuestra memoria en un paisaje
contra un fondo de torres. Eso somos nosotros.
Somos los que se están yendo
y los que ya se han ido.
Y somos más aún: somos lo que olvidamos.

Y ahora sólo nos queda
un estertor de trenes por túneles oscuros
y ya sólo persiste su voluntad de herirnos.

SANTOS DOMÍNGUEZ


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