lunes, 11 de mayo de 2015

Un poema de "El ruido de la savia" de Pedro A. González Moreno

CONSTRUIR

Atento siempre a la plomada,
al afán vertical de los ladrillos
y a la canción opaca del cemento, mi padre
me decía a menudo
y siempre muy despacio, como si masticara
arena en las palabras,
que era preciso construir,
alzar paredes, techos contra el frío,
sólidos muros y altos cielorrasos
contra tanta intemperie.

Y mientras se elevaban los tabiques
a veces me explicaba que una casa
era igual que la vida.
Hacían falta para construirla
manos muy recias pero al mismo tiempo
tiernas, casi de pan, como las suyas.
Era preciso levantar andamios
con esa misma lentitud del árbol
que construye su sombra desde las raíces
y eleva desde allí, cada día más alto,
el temblor de sus ramas.
Con lentitud de savia minuciosa,
lo mismo que quien sabe
que es en el aire donde se edifican
los cimientos del vuelo.

PEDRO A. GONZÁLEZ MORENO


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